jueves, 25 de junio de 2009

El misterio de los buñuelos





I

¿Perra le había dicho?

Con la piel erizada, rugió su furia y se abalanzó sobre él. Las garras crispadas buscaron hundírsele en el pecho, en el cuello, en la cara. A dentelladas intentó rasgar su carne. Lo aplastaría como a un insecto, como a una asquerosa cucaracha: bicho inmundo. Cerdo.

II
Estaba preparado para la ofensiva. Después de asestar ese derechazo en la mandíbula se desataría la verdadera pelea.

Estaba exhausto pero no se dejaría vencer. Que tirara el pañuelo quien tuviera ganas de ser humillado. Ganaría por resistencia: los golpes bajos nunca lo amedrentaron.

Sonó la campana que llamó a reiniciar el combate.

III
La masa se golpea con fuerza hasta que todos los ingredientes se han integrado, entonces su aspecto será homogéneo y suave. Se dejará reposar a temperatura ambiente. Crecerá al doble. En este punto, con las manos humedecidas se harán bolitas muy pequeñas que luego se extenderán fácilmente con movimientos repetitivos sobre una superficie plana. El aceite, perfectamente caliente, hará el resto del trabajo.





4 comentarios:

Karla dijo...

El lenguaje es una maravilla, quizás algún día llegue a dominar sus olas.

Saludos a los que siguen por acá, a los que no han vuelto y a los que nunca han estado. Se les invoca, se les añora, se les aprecia.

Blackpaco dijo...

Linda crónica de los diferentes golpes de la vida.

Luviana Re dijo...

¡Karla, escribes muy bien! Deberías seguir haciéndolo.

Karla dijo...

¿Se te hace, querida Luviana? Pues muchas gracias. Voy a intentarlo... Va un beso. Échale el ojo a una entrada que se llama "Felicidad", está chistosa.