miércoles, 20 de mayo de 2009

Ay Poeta

Efraín Huerta es uno de mis favoritos, acá dos de sus poemínimos.



A y P o e t a


Primero
Que nada:
Me complace
Enormísimamente
Ser
Un buen
Poeta
De Segunda
Del
Tercer
Mundo.




Mansa hipérbole

Los lunes, miércoles y viernes
Soy un indigente sexual;
Lo mismo que los martes,
Los jueves y los sábados
Los domingos descanso.

martes, 19 de mayo de 2009

martes, 12 de mayo de 2009

Una gran poeta

Un escritor genial, un gran poeta…
Desde los tiempos del señor Madero,
es tanto como hacerse la puñeta.

Salvador Novo



¿Y qué le pasa a alguien cuando es mal escritor?
¿Se le caen los dientes?
Dejará de ganarse la beca… quién sabe.
Aún puede ganarse la beca… seguro.

No pasa nada.
Es cierto, soy mala escritora.
¿Le importará a mi jefe en el trabajo?,
¿a las maestras de mi hijo?
A mis amigos escritores puede que sí
pero no dejarán de comer por eso.
(No comen de ser escritores.)
Ni dejarán de hablarme
ni de invitarme
ni de escribirme.

Viviré con mi falta de talento.
Tampoco sufriré mucho.
A pesar de escribir mal tengo trabajo.
Tengo casa.
Tengo amante.
Y, a pesar de tener amante
casa
y trabajo,
escribo.
¿Podría alguien negar la proeza,
con tanta realidad al acecho?

Escribiré aunque no sirva para nada
mi escritura
ni yo.
Por amor al arte.

El misterio de la luz

El brillo del placer acrecienta las sombras.
En su presencia la oscuridad adquiere volumen, peso, sustancia.

El placer es la Luna,
revelada por las inconmensurables tinieblas nocturnas.

El placer es permanecer vivo:
comer, dormir, amar…
no morir en la noche,
no cerrar los ojos por siempre a la luz.

La muerte adquiere cuerpo junto a la bella Luna.
La intensa Luna.
(Alrededor todo es desolación,
Hambre, insomnio, soledad.)

Soledad.

El abismo.

Pero sería imposible vivir en la Luna,
Los pulmones humanos no tolerarían el polvo selenita.
No existe el aire.

El brillo perpetuo del placer nos cegaría.

La altura nos aplastaría.

Además, allí está la muerte.
Vigilante.

Arribamos a la Luna de vez en cuando.
Y es cuando más miedo tenemos.
Y es cuando más gusto tenemos de respirar,
otra vez,
aunque sea sólo aire terrestre.
Sobrevivimos.

La tierra huele mejor gracias a la Luna.
Gracias a la muerte.

sábado, 9 de mayo de 2009

Los amantes

Me robé este poema del blog de una amiga... me encantó.
(Posdata: ojalá pudiera uno andar encuerado por la vida... ¡Cuán barato sería! Disculpen, todo lo enlodo, es un don de nacimiento.)


¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.

Julio Cortazar

viernes, 1 de mayo de 2009

Santiago

Salvo situaciones excepcionales soy feliz. Miro el rostro de mi hijo. El cabello alborotado, la boca como la de su padre (el hombre que amé), la inocencia en sus ojos, la energía de sus piecitos, y sé que no existe en todo el orbe una razón más válida para vivir feliz, para vivir, para agotarme a diario en la oficina, en la casa, en el mar interrumpido del sueño en que viene este pequeño ser de entre las tinieblas a acurrucarse junto a mí, a ocupar, sin ninguna clase de contemplación, la tierra que por derecho propio le pertenece: mis brazos, mi pecho, mis manos, mis ojos… El hijo arribó y el corazón, rendido, irrigó la ordenanza de erigirme en la ciudad amurallada que soy para que él la habite hasta su siguiente gran conquista. Me he vuelto fuerte por él. Sin él, hace tiempo que las marejadas hubieran arrasado con todo en mí. Por él la felicidad hoy yace en mi playa, tan preciosa y brillante, como el día en que la trajo.