martes, 12 de mayo de 2009

El misterio de la luz

El brillo del placer acrecienta las sombras.
En su presencia la oscuridad adquiere volumen, peso, sustancia.

El placer es la Luna,
revelada por las inconmensurables tinieblas nocturnas.

El placer es permanecer vivo:
comer, dormir, amar…
no morir en la noche,
no cerrar los ojos por siempre a la luz.

La muerte adquiere cuerpo junto a la bella Luna.
La intensa Luna.
(Alrededor todo es desolación,
Hambre, insomnio, soledad.)

Soledad.

El abismo.

Pero sería imposible vivir en la Luna,
Los pulmones humanos no tolerarían el polvo selenita.
No existe el aire.

El brillo perpetuo del placer nos cegaría.

La altura nos aplastaría.

Además, allí está la muerte.
Vigilante.

Arribamos a la Luna de vez en cuando.
Y es cuando más miedo tenemos.
Y es cuando más gusto tenemos de respirar,
otra vez,
aunque sea sólo aire terrestre.
Sobrevivimos.

La tierra huele mejor gracias a la Luna.
Gracias a la muerte.

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