Es una pena que no pueda realizar más de siete actividades al mismo tiempo. Por estos días me he consagrado a la tarea de ilustrar en photoshop un texto para niños que escribí hace tiempo, y con el trabajo en la oficina y las salidas a bailar y las cenas con amigas y amigos y las horas de sueño extra que dejé de tener hace años y la lectura de Ya no quiero ser mexicano de Mauricio Bares y tantas cosas en las que una puede perder el tiempo que, por casualidad, no tiene repartido entre sus obligaciones diarias, por el momento trastocadas porque el hijo está acampando en una playa de Jalisco con su familia paterna… por todo eso no he tenido oportunidad de honrar a la literatura, ama exigentísima, con paganas frases de poéticos y elevadísimos significados. (Sublimes para el autor, no tanto para el público heroico que quizá a veces las lee.) Por tanto, declaro temporalmente fuera de servicio el presente blog, hasta que la normalidad sin libros por ilustrar se reinstaure en mi república. Pongo acá mi primer lámina como prueba irrefutable de que si, por el momento, no sirvo a la tiranía de las letras es porque me encuentro esclava de la vocación añeja del dibujo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario