Recién se descubrió una bacteria que come plástico.
Vislumbro las consecuencias que ello acarreará a mi celular:
La bacteria carcomerá el polímero exoesqueleto hasta dejarlo en los puros alambres, fragilísimas conexiones que de nada ayudan sin un celular a la mano con el cual no llamar a quien deseo no llamar.
Extrañaré mi celular porque me sirve, a veces, para ponerme en contacto, que no en comunicación, con las personas a quienes a diario quiero.
Se proyectaba, en un futuro sin bacteria, que podríamos mirarnos fijamente a los celulares con ojos a medio morir y susurrarnos cariños a las bocinas, sin añoranza alguna de los labios que en otro tiempo se dieron en llamar amados.
La bacteria, lo imagino, nos curará, además, de los trajes de vinil que tan sanos nos mantienen a unas de unos y a otros de los demás.
Terapia contra el hule la bacteria
—quién sabe si salgamos de ésta—
y quien sabe si al final del exterminio podamos volver a decir palabra.
2 comentarios:
:¬)
Tomaré eso como un "sí me gustó aunque esté tan sangrón el poemita". Gracias, Master!
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