Pues no, esto no es un soneto. Me di cuenta ya que había acabado... chin.
Noche tras noche tu piel es la morada
Y es la noche. O rigen del aliento
Que sacó del tosco barro movimiento
E hizo vida que sin ti no es nada.
Día a día tu boca es entrada
Al recinto ajeno al sufrimiento;
El hogar feliz, hecho por aquel viento
Que supo bien mi nombre: Enamorada.
Abro de par en par tus tiernos ojos;
Me asomo desde ti; se ve la calle,
Pero sólo se divisan los despojos
Y el llanto gris que desciende al valle,
De la ciudad de techos y pisos rojos
Cuya salvación única es tu talle.
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