lunes, 30 de marzo de 2009

Por eso fue que ya no rento putas

Advertencia: lea bajo su propia responsabilidad
Este soneto, como un zapato en serie, fue fabricado con base en una medida estándar, sin ningún pie particular como modelo. Es decir, no fue creado con dedicatoria a externos. Aclaro lo anterior porque nada más lejos de mis ánimos el ofender a ningún compadre que pueda sentirse identificado. Mi soneto posee burdos cortes de realidad, extraídos unos de aquí, otros de allá; se parece a ciertas realidades, pero las realidades no riman ni poseen once sílabas por verso ni todos los remiendos estéticos de los que consta un soneto decente, o medianamente decente, pues. Bueno, lo publico porque me pareció simpático, porque me sacó canas verdes (¿quién diría que hay tan pocas palabras que rimen con putas?) y porque, hasta ahora, considero que es el mejor logrado de los que he hecho. Por supuesto, sobra recordarlo, como sobra completa la presente advertencia, lo que el soneto expone no es verdad ni es mentira, es literatura.



Por eso fue que ya no rento putas,
porque sus vestidos me enamoran.
Me desquician las artes que desdoran
la bolsa mía con tarifas brutas.

El juicio extravié por las hirsutas,
las sabrosas, las lobas que devoran
las ansias a sueldo y nada imploran
de mí, este gran buey que jala yuntas.

De coger un tiempo yo fui esclavo,
mas de pecar estoy arrepentido.
Hoy confieso mis culpas al lavabo:

de fregar a diario estoy molido.
Del mastín no queda más que un pavo
que lava el baño, emputecido.