viernes, 13 de noviembre de 2009
De etiqueta
Una noche cualquiera, que pudo ser la del pasado viernes, en la última de las cantinas de Garibaldi, una atendida por matronas aburridas, como todas las que venden cerveza de siete a dos de la mañana —a treinta pesos la caguama—, la burócrata enamoró al borracho adolorido. El adolorido, tanto como puede estarlo cualquier borracho a quien su mujer pone los cuernos, invitó a la burócrata a bailar una salsa de la rockola digital. La burócrata, tan ágil como se lo permitían las nueve horas-nalga diarias de la oficina, giró, zapateo y siguió el ritmo del cornudo que, en aquellas maniobras, no parecía tan borracho, hasta que quedaron, más que adoloridas, sus nalgas aburridas por tanto mantener el paso de esa salsa que, estará de más decirlo, pero era borracha. Al último, el bailador pidió su número telefónico a la exhausta salseadora, quien, sentada, a aquellas horas de la madrugada, ya extrañaba la burocracia habitual de su cama en la que en días de trabajo, los más de la semana, se entra a dormir, aburrida, a las 10:00 en punto. Ésta recibió la solicitud con halago y sonrojo. Obsequió una sonrisa y una excusa al enamorado quien, sin dolor esta vez, empinó de nuevo su analgésico de treinta pesos y digitó un nuevo número en la rockola, la que luego de un rato exhaló con furia una salsa a la cual fue convidada una nueva aburrida, también algo borracha, que, a última hora, había acertado a pasar por ahí para comprar cerveza. Ella miró a aquel hombre como si fuera éste el último del mundo: quizá también fuese cornuda.
viernes, 9 de octubre de 2009
Ayer cayó el Diluvio Universal...
I
Ayer cayó el Diluvio Universal
sobre Insurgentes
pero duró poquito.
II
Sólo un instante bastó
para que nosotros
los animales,
como personas,
corriésemos desesperados,
desterrados,
desolados y sin sol,
rumbo al arca;
al metro, aunque sea,
que a aquella hora de la tarde
se negaba a rescatar más bichos inmundos,
que huelen a león, a chivo,
a gente, pues, con prisa y con agua,
exigiendo, como si lo merecieran,
auxilio en la borrasca.
III
La lluvia nos trastorna todo.
nos moja.
Disuelve la seguridad en el traje bueno y bien planchado,
en los caros tacones altos,
en el pinche título de maestría que no sirve de paraguas.
IV
El transborde en Balderas
es el día del Juicio.
Que algún rinoceronte atacara ahí
era cuestión de tiempo.
Que se sacara del cuerno una pistola
y arremetiera contra cualquiera.
Nadie comprende,
la angustia de un animal que se extingue
entre la muchedumbre
rastrera de la ciudad.
V
Los graznidos de los pasajeros
se perdieron entre las explosiones de furia
de la pólvora precisa
que fue a hundirse, porque así debía ser,
en el único extinto y desalado héroe
que hubo nunca a bordo.
VI
La lluvia nos decompone el ánimo,
pero sólo por un instante.
Pronto todo vuelve a la normalidad
y a nadie le interesa si hay o no un arco iris.
miércoles, 26 de agosto de 2009
La mujer que no soy
Día tras día, lo primero que hago al levantarme es mirarme en el espejo del baño. El único que queda aún en casa: sobrevive porque, aunque no sea mío el rostro que refleja, no deja de serme útil para el aseo matutino de los dientes, para el secado del cabello, para la aplicación de las sombras de ojos antes de ir al trabajo. Ya no me asomo a él con espanto, como me ocurrió al principio, ni siquiera con sorpresa, pero lo hago con ansia cada mañana porque se me ha vuelto necesario ver diariamente a ésa mujer que imita a la perfección todos mis movimientos y mis manías; que, al presentarse ante mí, desde su trinchera de vidrio ha predicho con destreza sobrenatural el atuendo que llevo puesto; que emula mi peinado, mis ojeras, mis pecas y que, en días de extremo cansancio, tras una borrachera o tras una mala noche de insomnio, ha llegado a hacerme creer que su cara sí es la mía; me enfrento todos los días al espejo porque necesito comprobar, antes salir a la calle, que esa mujer, aunque no sea yo, sigue ahí.
viernes, 17 de julio de 2009
Felicidad
Con frecuencia estoy de buen humor. Los problemas del trabajo ya no me agobian como antes. Ya ni siquiera añoro tener vida propia ni algún tiempecito para mí, como solía decir antes. ¿Qué será? He dejado de tener ese sueño en que me ahogo en un océano oscuro y pesado. Espeso como engrudo. Oscuro. Ya no necesito cerrar los ojos ni recargarme en la pared del elevador ni respirar profundamente mientras subo hasta mi oficina. Ahora mismo, por ejemplo, ni siquiera me estoy cuestionando con desdén mi nueva tranquilidad: sólo reflexiono sobre esta recién estrenada condición anímica a la que, incluso, podría llamar felicidad… Debe ser consecuencia de las inyecciones, de las pastillas, de las terapias que, como parte de un nuevo proyecto gubernamental, están haciendo de mí un burro.
jueves, 9 de julio de 2009
Infelicidad
¿Infelicidad? Sí, a veces la experimento. Pero sólo cuando reflexiono sobre mí mismo y me da por pensar que no soy una máquina. En ocasiones como ésas detengo el trabajo, respiro profundo y exhalo con fuerza un rugido que, aunque no lleve consigo ninguna palabra, parece reclamar algo… a alguien, no se a quién. Entonces me siento, tomo mi cabeza entre las manos y me creo convencido de que tengo derecho a un salario digno de mi esfuerzo, a días de descanso, a un horario más flexible. Sin embargo, todo pasa pronto. Me reincorporo y vuelvo a mis obligaciones. Supongo que es consecuencia de mi excelente programación como ser humano.
martes, 30 de junio de 2009
Sacrificio
Deseaba hacerlo, se mordía las uñas, pero no contestó. No levantó el auricular con desesperación ni aseguró entre sollozos: Sí, soy yo… El teléfono no paraba de sonar desde ayer en la noche, desde que él no volvió a casa.
Eran los secuestradores, no había duda. Pero ella no recibiría la nota de rescate. No aceptaría el chantaje. Sin alguien a quien amedrentar, el encantamiento elaborado por esos criminales pierde efecto. Lo soltarían, estaba segura. Desconectó el aparato y fue a dormir.
Soñó con nubes blancas y un cielo azul inconmensurable.
jueves, 25 de junio de 2009
El misterio de los buñuelos
I
¿Perra le había dicho?
Con la piel erizada, rugió su furia y se abalanzó sobre él. Las garras crispadas buscaron hundírsele en el pecho, en el cuello, en la cara. A dentelladas intentó rasgar su carne. Lo aplastaría como a un insecto, como a una asquerosa cucaracha: bicho inmundo. Cerdo.
II
Estaba preparado para la ofensiva. Después de asestar ese derechazo en la mandíbula se desataría la verdadera pelea.
Estaba exhausto pero no se dejaría vencer. Que tirara el pañuelo quien tuviera ganas de ser humillado. Ganaría por resistencia: los golpes bajos nunca lo amedrentaron.
Sonó la campana que llamó a reiniciar el combate.
III
La masa se golpea con fuerza hasta que todos los ingredientes se han integrado, entonces su aspecto será homogéneo y suave. Se dejará reposar a temperatura ambiente. Crecerá al doble. En este punto, con las manos humedecidas se harán bolitas muy pequeñas que luego se extenderán fácilmente con movimientos repetitivos sobre una superficie plana. El aceite, perfectamente caliente, hará el resto del trabajo.
martes, 23 de junio de 2009
I saw de light
Salió de la depresión escalando la pendiente. Un movimiento después del otro, lento pero contundente en el avance. Y venció la espesa oscuridad que lo envolvía con una idea: se le prendió el foco.
viernes, 19 de junio de 2009
¿Cree usted?
Según esto, se lo robaron unos descastados de la parroquia de San Miguel, cuando la Revolución. Imagínese. Y que lo enterraron allá lejos, junto al tamarindo viejo, donde el apancle se abre en dos.
Y dicen, pues, que los bandidos nunca regresaron a sacarlo. Que según iban a dejar pasar un tiempo en lo que la bulla se olvidaba, pero que se fueron los meses y los años y que no volvieron. Seguro que Dios los castigó. Dios no perdona ofensas así. Iban a rasparle todo el oro a la cruz y luego regresar al santo a su altar, dicen. Quién sabe qué pasaría, el caso es que el Cristo no volvió nunca a la iglesia hasta que Beto lo rescató. Ese Beto, caray.
Nadie lo intentó antes que él porque el Enemigo vigilaba. Muchos dieron testimonio de que una sombra negra se aparecía al pie del árbol…
Una noche, Beto se metió bien cuete entre las parcelas tupidas de caña, envalentonado por el alcohol. Y, al otro día, el peón de Genaro, el dueño de la tierra, descubrió al Cristo, con todo y su cruz, recargadito en el tronco del tamarindo, sobre un montón de tierra removida, sin oro ya. Ah, pero el oro no se lo quitó Beto, qué va. El oro se lo quedó Genaro, eso lo sabe todo el pueblo.
¿Qué qué pasó con Beto? No lo volvimos a ver. Se habrá quedado en lugar del Cristo Crucificado. ¿Usted cree que el Diablo iba a soltar gratis al prisionero? No, señor: hizo cambalache y se quedó con el muchacho. Eso es, pero nomás se supone porque ¿quién quiere que se atreva a rascarle ahí ahora? Nadie, pues.
Beto no se robó el oro ni se fue al otro lado, como también refieren las malas lenguas. El cuerpo de Beto se lo estarán comiendo los gusanos del tamarindo y su alma inmortal estará en el Reino de los Cielos en recompensa por su sacrificio, gozando ya de la presencia del Altísimo, bendito sea su santo nombre… Aunque, no se lo diga a nadie, yo pienso que también podría estar en la puritita quemazón de los Infiernos, purgando condena por borracho y pendenciero; con Patitas de Cabra picándole las costillas con su trinche. Ni más ni menos merecía ese Beto, pues: hacía sufrir mucho a su pobre madre con todos esos escándalos, con todas las peleas en las que se embrollaba. ¿Cree usted? Qué pecado tan grande.
lunes, 15 de junio de 2009
Los gatos
son malvados por naturaleza
arañan
son malvados por naturaleza
son ingratos
tienden a ser callejeros
y son malvados por naturaleza
Ejemplos de gatos malos:
Gatúbela (hasta su actuación es mala)
Gatopardo (es malísima)
Gato con botas (fue ruin con el pobre ogro)
Garfield (el ejemplo de como debes ser para que Dios te vomite)
El Gato viudo (es borracho y vividor)
En fin, no otorgan ningún plus. los perros al menos te mueven la cola y te ladran
El único gato que en algún momento pudiera yo aceptar sería un gato hidráulico...
Larat Arab Iosa
miércoles, 10 de junio de 2009
Apocalipsis lado B
Y es así como todo concluye: peste, hambruna, destrucción por doquier, y los seis gatos brincando por encima de su cuerpo exhausto, arañando los muebles, acechando bajo la cama, precipitándola de cabeza en el Infierno. Quién diría que no serían siete sino seis las cabezas de la bestia y que no serían menos letales por ser adorables sus bigotitos. Quién diría que todo el mal del mundo residía dentro de esa caja de cartón sobre la banqueta, donde el faro permite la existencia de una sombra espesa, insondable, entre dos paredes. Ojalá hubiese ella podido interpretar los malos presagios de esa noche brumosa en que abrió la puerta del departamento para salir a comprar café.
martes, 9 de junio de 2009
lunes, 8 de junio de 2009
Profesiones 3 BIS
Las palabras volvieron, pero con el primer pañal, el escritor creyó que se irían definitivamente a la mierda.
Desgraciadamente, las palabras no se amedrentan fácilmente, ni con pañales ni con trabajos en oficina… El escritor y su prole debieron vivir con ellas para siempre, y vivir de ellas tan bien como fue posible.
viernes, 5 de junio de 2009
jueves, 4 de junio de 2009
Profesiones 2
Falsa alarma. No es lepra.
La química, con los ojos hinchados por el desvelo, tuvo aún fuerzas para llorar en silencio su decepción.
miércoles, 3 de junio de 2009
martes, 2 de junio de 2009
La duda
Durante esa hora que, bajo el sol inexorable del desierto, le pareció una vida entera; arrastrándose sin rumbo, sin esperanza, se sintió incapaz de pensar en otra cosa: “¿y si aquello no era un espejismo?”.
miércoles, 20 de mayo de 2009
Ay Poeta
A y P o e t a
Primero
Que nada:
Me complace
Enormísimamente
Ser
Un buen
Poeta
De Segunda
Del
Tercer
Mundo.
Mansa hipérbole
Los lunes, miércoles y viernes
Soy un indigente sexual;
Lo mismo que los martes,
Los jueves y los sábados
Los domingos descanso.
martes, 19 de mayo de 2009
martes, 12 de mayo de 2009
Una gran poeta
Desde los tiempos del señor Madero,
es tanto como hacerse la puñeta.
Salvador Novo
¿Y qué le pasa a alguien cuando es mal escritor?
¿Se le caen los dientes?
Dejará de ganarse la beca… quién sabe.
Aún puede ganarse la beca… seguro.
No pasa nada.
Es cierto, soy mala escritora.
¿Le importará a mi jefe en el trabajo?,
¿a las maestras de mi hijo?
A mis amigos escritores puede que sí
pero no dejarán de comer por eso.
(No comen de ser escritores.)
Ni dejarán de hablarme
ni de invitarme
ni de escribirme.
Viviré con mi falta de talento.
Tampoco sufriré mucho.
A pesar de escribir mal tengo trabajo.
Tengo casa.
Tengo amante.
Y, a pesar de tener amante
casa
y trabajo,
escribo.
¿Podría alguien negar la proeza,
con tanta realidad al acecho?
Escribiré aunque no sirva para nada
mi escritura
ni yo.
Por amor al arte.
El misterio de la luz
En su presencia la oscuridad adquiere volumen, peso, sustancia.
El placer es la Luna,
revelada por las inconmensurables tinieblas nocturnas.
El placer es permanecer vivo:
comer, dormir, amar…
no morir en la noche,
no cerrar los ojos por siempre a la luz.
La muerte adquiere cuerpo junto a la bella Luna.
La intensa Luna.
(Alrededor todo es desolación,
Hambre, insomnio, soledad.)
Soledad.
El abismo.
Pero sería imposible vivir en la Luna,
Los pulmones humanos no tolerarían el polvo selenita.
No existe el aire.
El brillo perpetuo del placer nos cegaría.
La altura nos aplastaría.
Además, allí está la muerte.
Vigilante.
Arribamos a la Luna de vez en cuando.
Y es cuando más miedo tenemos.
Y es cuando más gusto tenemos de respirar,
otra vez,
aunque sea sólo aire terrestre.
Sobrevivimos.
La tierra huele mejor gracias a la Luna.
Gracias a la muerte.
sábado, 9 de mayo de 2009
Los amantes
Me robé este poema del blog de una amiga... me encantó.
(Posdata: ojalá pudiera uno andar encuerado por la vida... ¡Cuán barato sería! Disculpen, todo lo enlodo, es un don de nacimiento.)
¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.
Julio Cortazar
viernes, 1 de mayo de 2009
Santiago

miércoles, 15 de abril de 2009
Dibujos de vacaciones

lunes, 30 de marzo de 2009
Por eso fue que ya no rento putas
Este soneto, como un zapato en serie, fue fabricado con base en una medida estándar, sin ningún pie particular como modelo. Es decir, no fue creado con dedicatoria a externos. Aclaro lo anterior porque nada más lejos de mis ánimos el ofender a ningún compadre que pueda sentirse identificado. Mi soneto posee burdos cortes de realidad, extraídos unos de aquí, otros de allá; se parece a ciertas realidades, pero las realidades no riman ni poseen once sílabas por verso ni todos los remiendos estéticos de los que consta un soneto decente, o medianamente decente, pues. Bueno, lo publico porque me pareció simpático, porque me sacó canas verdes (¿quién diría que hay tan pocas palabras que rimen con putas?) y porque, hasta ahora, considero que es el mejor logrado de los que he hecho. Por supuesto, sobra recordarlo, como sobra completa la presente advertencia, lo que el soneto expone no es verdad ni es mentira, es literatura.
Por eso fue que ya no rento putas,
porque sus vestidos me enamoran.
Me desquician las artes que desdoran
la bolsa mía con tarifas brutas.
El juicio extravié por las hirsutas,
las sabrosas, las lobas que devoran
las ansias a sueldo y nada imploran
de mí, este gran buey que jala yuntas.
De coger un tiempo yo fui esclavo,
mas de pecar estoy arrepentido.
Hoy confieso mis culpas al lavabo:
de fregar a diario estoy molido.
Del mastín no queda más que un pavo
que lava el baño, emputecido.
viernes, 27 de febrero de 2009
PIENSO, MI AMOR, EN TI TODAS LAS HORAS...
PIENSO, MI AMOR, EN TI TODAS LAS HORAS...
Salvador Novo
Pienso, mi amor, en ti todas las horas
del insomnio tenaz en que me abraso;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.
Digo tu nombre en sílabas sonoras,
oigo el marcial acento de tu paso,
te abro mi pecho -y el falaz abrazo
humedece en mis ojos las auroras.
Está mi lecho lánguido y sombrío
porque me faltas tú, sol de mi antojo,
ángel por cuyo beso desvarío.
Miro la vida con mortal enojo,
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo.
jueves, 26 de febrero de 2009
¿Tiene algo de raro ser de ti?
¿Es tomado a mal si te soy fiel?
¿Si no quiero libar sino la miel
que en tu sabia lengua descubrí?
Sin duda estás hecho para mí,
lo dicen las descargas en la piel
y eso que parece y no es hiel
sino la luz de tu mirada, sí.
Te invito a compartir la mesa,
a soñar la cama, a musitar
la rabia; a morderme, soy la presa
devota de tus flores y tu mar
de tu encanto y de tu perversa
tierna y ruda forma de mirar.
martes, 24 de febrero de 2009
No es un soneto
Noche tras noche tu piel es la morada
Y es la noche. O rigen del aliento
Que sacó del tosco barro movimiento
E hizo vida que sin ti no es nada.
Día a día tu boca es entrada
Al recinto ajeno al sufrimiento;
El hogar feliz, hecho por aquel viento
Que supo bien mi nombre: Enamorada.
Abro de par en par tus tiernos ojos;
Me asomo desde ti; se ve la calle,
Pero sólo se divisan los despojos
Y el llanto gris que desciende al valle,
De la ciudad de techos y pisos rojos
Cuya salvación única es tu talle.
jueves, 19 de febrero de 2009
Gato corazón
Gato corazón
Tendría que dejar el corazón
olvidado en la banca del parque,
que los perros vagabundos, con hambre,
despedacen toda la aflicción
de su vida carente de emoción;
caja vacía, sin amor y sin sangre;
cachivache inútil, no obstante
la terquedad de la palpitación.
Pondré en su lugar un gordo gato
que goce de las cosas sin sentido,
y que no tema nunca dar el salto
ni, por las mañanas, seguir dormido.
Si lo lastiman maullará un rato
Y cazará de nuevo tu vestido.
miércoles, 11 de febrero de 2009
Reflexiones con la barriga llena
Vislumbro las consecuencias que ello acarreará a mi celular:
La bacteria carcomerá el polímero exoesqueleto hasta dejarlo en los puros alambres, fragilísimas conexiones que de nada ayudan sin un celular a la mano con el cual no llamar a quien deseo no llamar.
Extrañaré mi celular porque me sirve, a veces, para ponerme en contacto, que no en comunicación, con las personas a quienes a diario quiero.
Se proyectaba, en un futuro sin bacteria, que podríamos mirarnos fijamente a los celulares con ojos a medio morir y susurrarnos cariños a las bocinas, sin añoranza alguna de los labios que en otro tiempo se dieron en llamar amados.
La bacteria, lo imagino, nos curará, además, de los trajes de vinil que tan sanos nos mantienen a unas de unos y a otros de los demás.
Terapia contra el hule la bacteria
—quién sabe si salgamos de ésta—
y quien sabe si al final del exterminio podamos volver a decir palabra.
martes, 10 de febrero de 2009
OBRA MAESTRA

OBRA MAESTRA

El soltero es el tigre que escribe ochos en el piso de la soledad. No retrocede ni avanza.
Para avanzar, necesita ser padre. Y la paternidad asusta porque sus responsabilidades son eternas.
Con un hijo, yo perdería la paz para siempre. No es que yo quiera dirimir esta cuestión con orgullos o necias pretensiones. ¿Quién enmendará la plana de la fecundidad? Al tomar el lápiz me ha hecho temblar el riesgo del sacrilegio, por más que mis conclusiones se derivan, precisamente, de lo que en mí pueda haber de clemencia, de justicia, de vocación al ideal y hasta de cobardía.
Espero que mi humildad no sea ficticia, como no lo es mi miedo al dar a la vida un solo
calificativo: el de formidable.
En acatamiento a la bondad que lucha con el mal, quisiera ponerme de rodillas para seguir trazando estos renglones temerarios. Dentro de mi temperamento, echar a rodar nuevos corazones sólo se concibe por una fe continua y sin sombras o por un amor extremo.
Somos reyes, porque con las tijeras previas de la noble sinceridad podemos salvar de la pesadilla terrestre a los millones de hombres que cuelgan de un beso. La ley de la vida diaria parece ley de mendicidad y de asfixia; pero el albedrío de negar la vida es casi divino.
Quizá mientras me recreo con tamaña potestad, reflexiona en sí la mujer destinada a darme el hijo que valga más que yo. A las señoritas les es concedido de lo Alto repetir, sin irreverencia, las palabras de la Señora Única: «He aquí la esclava…» Y mi voluntad, en definitiva, capitula a un golpe de pestaña.
Pero mi hijo negativo lleva tiempo de existir. Existe en la gloria trascendental de que ni sus hombros ni su frente se agobien con las pesas del horror, de la santidad, de la belleza y del asco. Aunque es inferior a los vertebrados, en cuanto que carece de la dignidad del sufrimiento, vive dentro del mío como el ángel absoluto, prójimo de la especie humana. Hecho de rectitud, de angustia, de intransigencia, de furor de gozar y de abnegación, el hijo que no he tenido es mi verdadera obra maestra.
viernes, 30 de enero de 2009
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
miércoles, 28 de enero de 2009
Amor Amor
martes, 27 de enero de 2009
El arte del extravío
jueves, 22 de enero de 2009
Disculpe el lector el autoanálisis
Escribir es desnudarse y, a mí, mostrar la piel me cuesta un esfuerzo tremendo —redoblado si tengo lector—. De inmediato me siento juzgada. Sin ropa es imposible ocultar los defectos y, en letras, la imposibilidad se acrecienta exponencialmente. Ya se dice en el Nuevo Testamento que no es lo que entra por la boca lo que mancha al hombre sino lo que le sale por la boca —todo lo que exprese— porque de ello le reboza el corazón. Malo hablar y peor escribir, porque lo escrito es para siempre —se hace uno la ilusión, pues—. Digo cantidad de pendejadas cuando hablo, pero al plasmarlas por escrito las congelo para la posteridad. Ahora vuelvo a escribir porque ya no pienso en la posteridad. Pienso en escribir y en desnudarme sin vergüenza de mí. Porque no me queda ilusión.
miércoles, 21 de enero de 2009
Sobre mi mala educación
¿Cuál es cuál, cuál es el cómo?
¿Quién sabe cómo conducirse?
¡Qué naturales son los peces!
Nunca parecen inoportunos.
Están en el mar invitados
y se visten correctamente
sin una escama de menos,
condecorados por el agua.
Yo todos los días pongo
no sólo los pies en el plato,
sino los codos, los riñones,
la lira, el alma, la escopeta.
No sé qué hacer con las manos
y he pensado venir sin ellas,
pero ¿dónde pongo el anillo?
¡Qué pavorosa incertidumbre!
Y luego no conozco a nadie.
No recuerdo sus apellidos.
—Me parece conocer a usted.
—¿No es usted un contrabandista?
—Y usted, señora, ¿no es la amante
del alcohólico poeta
que se paseaba sin cesar,
sin rumbo fijo por las cornisas?
—Voló porque tenía alas.
—Y usted continúa terrestre.
—Me gustaría haberla entregado
como india viuda a un gran brasero,
¿no podríamos quemarla ahora?
¡Resultaría palpitante!
Otra vez en una embajada
me enamoré de una morena,
no quiso desnudarse allí,
y yo se lo increpé con dureza:
estás loca, estatua silvestre,
¿cómo puedes andar vestida?
Me desterraron duramente
de ésa y de otras reuniones,
si por error me aproximaba
cerraban ventanas y puertas.
Anduve entonces con gitanos
y con prestidigitadores,
con marineros sin buque,
con pescadores sin pescado,
pero todos tenían reglas,
inconcebibles protocolos
y mi educación lamentable
me trajo malas consecuencias.
Por eso no voy y no vengo,
no me visto ni ando desnudo,
eché al pozo los tenedores,
las cucharas y los cuchillos.
Sólo me sonrío a mí solo,
no hago preguntas indiscretas
y cuando vienen a buscarme,
con gran honor, a los banquetes,
mando mi ropa, mis zapatos,
mi camisa con mi sombrero,
pero aún así no se contentan:
iba sin corbata mi traje.
Así para salir de dudas
me decidí a una vida honrada
de la más activa pereza,
purifiqué mis intenciones,
salí a comer conmigo solo
y así me fui quedando mudo.
A veces me saque a bailar,
pero sin gran entusiasmo,
y me acuesto solo, sin ganas,
por no equivocarme de cuarto.
Adiós porque vengo llegando.
Buenos días, me voy de prisa.
Cuando quieran verme ya saben:
búsquenme donde no estoy
y si les sobra tiempo y boca
pueden hablar con mi retrato.